lunes, 6 de junio de 2011

El ayer.

El ayer no desaparece, se esconde.
Se vuelve un frío refugio de los cobardes.
Agoniza en el limbo de los recuerdos...
Muere bajo los brazos del olvido.
El ayer ya no existe.
El ayer quedó escrito con letras de oro en esa última hoja de la vida.
Roberto C. Cano Aguilar
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