Voy a dejar que tu recuerdo hoy se esfume con el rojo del atardecer para inmortalizarlo en pequeñas dosis diarias de amaneceres.
Haré de tu alma mi apacible veneno, mi brebaje dulce, mi elixir de placer.
Te llevaré entre líneas de poesía acariciando tus acentos de femineidad.
Ceñiré las curvas de tu silueta con mis manos y te guardaré en ellas cada noche, cuando la luna se asome a contemplar nuestro amor.
Y al final, nos fundiremos en las paredes de una copa de vino, empañando de pasión hasta la última gota de nuestros cuerpos.
