viernes, 8 de marzo de 2013

CUERPO DE DIOSA.

En el eterno ocaso de cada día,
mis ojos se detienen un instante a contemplar su belleza.
Irrumpen mis pensamientos en el borde de su cabello, y mis lágrimas se secan en las paredes de su pecho.
En silencio, mi mirada cruza vehemente por el sendero de su corazón.
El reloj palpita bajo el ritmo de sus latidos y la oscuridad se cuela hasta el cobijo ínfimo de sus piernas.
Exhaustos mis deseos se postran ante sus labios, besándolos hasta devorarlos con tal pasión que desbordan ríos de fuego.
Mis manos acaecidas descansan sobre las suyas, perpetuando el momento hasta llegar la despedida.
Ahora conozco el cielo. Lo caminé, lo sentí y lo amé en su cuerpo.
Cuerpo de diosa que me dejó por siempre en el más bello rincón… su corazón.