domingo, 24 de noviembre de 2013

UN BREVE INSTANTE.

No existe esperanza más hermosa que la presencia de un amanecer. Sentir los primeros rayos del sol sobre mi rostro. Enmarcar la vista del entorno: naturaleza, urbanismo, vacío. No importa tanto la perspectiva, sino la apertura de los sentidos recibiendo un nuevo día. He ahí un milagro de dios. Podría agotar todo mi tiempo contemplando tal maravilla, el despertar del mundo en un breve instante. Vaya si es efímera la vida. Y al final, querer guardar en mis manos el ocaso para no tener que despedirme, para no cerrar la puerta, para no apagar la luz. Porque entonces quizás, todo haya terminado. El adiós se habrá consumado, y nuestra vida, se habrá escapado.