Conozco a la soledad, eterna compañera de madrugadas y tempestades.
Sé a que sabe el silencio, lo he tragado amargamente hasta el punto de vomitar sus verdades.
He huido de la noche, cuando lacera los deseos y descubre vanidades.
He recorrido caminos desolados, quebrantado cadenas, soportado calamidades.
También conocí los desprecios, olvidé algunos besos y algunas veces me dormí esperando un paraíso de bondades.
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